domingo, 27 de febrero de 2011

Capítulo 30: No hay vuelta atrás

-Espero que te lo pases bien en Miami, ten en cuenta que siempre estaré ahí y que espero que nunca te olvides de mí y de todos los momentos agradables que hemos pasado juntos... Espero que nos veamos pronto en Los Ángeles.
-Gracias, Paula.
-Ojalá pudiéramos seguir los dos juntos, como amigos... Pero ya no hay vuelta atrás, así que, como he dicho antes, espero verte en Los Ángeles.
-Ya, yo también...
-¿Por que parece que no te importe? Si es así dímelo, porque estamos perdiendo el tiempo...
-Por supuesto que me importa, pero...
-¿Pero que?
-Esto me puede, no puedo despedirte, eres demasiado importante para mí y no me salen palabras para poder decirte adiós de una forma aceptable.


"Por favor, los vuelos con destino a Los Ángeles que vayan embarcando. Gracias"


-Me tengo que ir.
-Claro...
-Adiós.
-Nos vemos...
Y así es como Mark se iba separando cada vez más lejos de mí, dando pequeños pasos, mientras yo seguía quieta donde antes pensando en que puede que no lo vea nunca más.
Él, justo antes de entrar en la puerta de embarcación, me dice un "adiós" con la mano, sin muchas ganas. Yo, intento sonreír como si no fuera a pasar nada y le devuelvo el "adiós" esperando que sea un "hasta pronto". Él entra, y yo me voy. Una lágrima intenta salir de mi ojo, pero yo la detengo. No quiero llorar más, no quiero ser tan débil...No podemos estar toda la vida juntos, eso es lo que ha decidido el destino... Otras oportunidades vendrán a mí y a él.
Mi móvil suena, es Marta.
-¡Hola!
-Hola...
-¿Que tal la despedida?
-Mal, como todas las despedidas.
-Ya, bueno...
-¿Que te cuentas?
-¿Te acuerdas de Sergio?
-Sí.
-Me ha pedido que volvamos a salir.
-¿Y que le has contestado?
-Que me lo pensaría...
-¿Y eso?
-Tengo en mente a Álex, me gusta mucho... Pero Sergio también es genial.
-Pues yo a eso no le puedo hacer nada.
-Ya...
-Bueno, te dejo que he llegado a mi casa.
-Vale, animate.
-Eso espero...
Ya estoy en mi casa, mirando por la ventana de mi habitación la ex-casa de Mark en la que pronto alguien se mudará, ya que él no va a volver nunca.
Jamás pensé que yo pudiera tener tan mala suerte. Encuentro a la persona perfecta, conectamos genial, estamos hechos el uno para el otro y de repente, puf. Algo tiene que pasar para que todo se rompa en pedazos...Volveré a tardar 2 años de mi vida en encontrar a otra persona, o incluso ni eso, porque nunca podré quitar a Mark de mi cabeza. Lo era todo para mí.
La única parte "buena" es que puede que Mark y yo nos veamos en menos de 1 semana en Los Ángeles...
No le he devuelto la chaqueta... Supongo que tampoco la echará en falta... es sólo una chaqueta, aunque para mí es más. Porque, aunque de una parte me haya dado mala suerte y haya hecho que Mark se fuera, siempre me quedará su chaqueta.




11:30 de la mañana. No me quiero levantar. No tengo razones para hacerlo.
¿Quién se sentará a mi lado en el instituto? ¿Quién me abrazará? ¿Quién estará ahí SIEMPRE? ¿Quién hará que nunca más me vuelva a aburrir? ¿Quién me dirá que siempre tendré un hombro sobre el que llorar?
Nadie. Las horas sin él parecen semanas.

martes, 1 de febrero de 2011

Capítulo 29: La despedida

Hoy es el día en que Mark se va a Miami. Después de tanto tiempo como amigos, pasándonoslo genial sin que nadie nos dijera nada o tener que hacer caso a alguien, éramos libres. Ahora no, ahora él se va y puede que nunca le vuelva a ver... A no ser que yo me vaya a Miami, pero de eso sólo hay 1 posibilidad entre 1.000.000... O incluso menos.
Estoy decaída, con menos ánimos que los otros días, y eso es decir mucho. Lo único que no ha cambiado es que sigo sin saber que hacer... Mi móvil suena, espero que sea Mark diciendo que se queda o cualquier cosa que haga que no nos separemos a tantísimos quilómetros.
-¿Sí?
-¡Hola Paula!
-Ah, Marta, eres tú...
-¿Quién creías que iba a ser? Ah, vale, creo que ya lo sé... ¿No hay noticias, no?
-Para nada, creo que ya no hay vuelta atrás...
-¿Quieres que te acompañe al aeropuerto a despedirte?
-No, no quiero molestarte por mi problema, tranquila.
-Oye, las amigas nunca se abandonan, quiero ir contigo, no quiero que te sientas tan sola.
-Pero es que nadie puede hacer nada para que no me sienta sola. Él llenaba todo el espacio vacío que quedaba en mi tiempo, siempre estaba ahí cuando le necesitaba, incluso cuando no. Siempre hacía que me sintiese bien, fuera lo que fuera por lo que yo estaba llorando, lamentando o entristeciendo. Él llenaba todo, incluso mi corazón...
-Paula, yo te entiendo...
-No, no me entiendes, nunca te ha pasado esto, tú te enamoras enseguida das un paso gigante y ya está, ya tienes a todos en el bote y cuando quieres les dejas y tú sigues feliz porque al día siguiente ya estás con otro y así continuamente sin parar, pero yo no, yo no soy como tú. Esta es la segunda relación que he intentado tener, he tardado mucho hasta darme cuenta de que los dos estamos hechos el uno para el otro, de que nada podía detenernos, pero me equivoqué, y no puedo hacer nada, y a lo mejor tardaré otros 2 años en encontrar a alguien.
-Paula...
-Es la verdad, no puedo hacerle nada. Y por favor, no me acompañes al aeropuerto, es mi problema, no el tuyo.
-Si es lo que quieres, no diré nada...
-Gracias.
No hay nada en el mundo que haga que olvide a Mark, nada. Esos trucos estúpidos de comer helado hasta reventar, recortarlo de las fotos, olvidar los recuerdos, hablar con las amigas... No funcionan. Al menos a mi no, con esas simples cosas no puedo olvidarle, era demasiado importante como para que se esfume de mi cabeza con un simple chasquido.


-Mamá, me voy ya.
-¿Llevas dinero para el tren?
-Sí, tranquila... 
El tren llega justo en el mismo momento en el que yo cierro la puerta. La gente va entrando poco a poco, casi todos con maletas porque se van de viaje. Subo al tren y enciendo el iPod para no aburrirme en el trayecto. 
Al cabo de 45 minutos el tren para en mi estación, casi en frente del aeropuerto. Son las 6:15, espero que no hayan empezado a embarcar ya. 
Voy corriendo hacia la terminal en la que se supone que debe estar esperándome él. Efectivamente, está ahí, sonriéndome como si no fuera a pasar nada, como si nunca fuera a irse... No sé como no puede estar triste... A lo mejor no le importo tanto como creía.
-Hola, Paula.
-Hola... Mark.